9 feb 2011
Autor: YO -Dango-
Titulo: Chocolate Amargo
Fandom: Original
Advertencias: Yaoi
Capítulo: 3º "Tabaco y Chocolate"

Cuando eres joven sueles vivir con la idea de que no necesitas apoyo, que eres invencible y casi un héroe… claro, hasta que llegan los problemas a tu vida y entonces intentarás correr amedrentado.

El mundo de los negocios suele parecer fácil si sabes hablar con la gente indicada y aquello, William lo deducía muy bien. Aunque Paul le había asegurado que era un genio por encima de muchos grandes jóvenes de la época, del mismo modo podía asegurar algo que ni el gran señor Dodgson podía negar: Carecía de experiencia fuera de su cómodo escritorio. Era fácil controlar el mundo desde allí y todos se movían alrededor de él, era una zona de confort tan agradable que el pánico ahora le recorría cada centímetro de su ser; y debía admitir vergonzosamente que era dependiente socialmente de su jefe, porque sin sus contactos… William Rodmell era un total desconocido.

Aunque pareciera cosa de sólo hacer algunas llamadas, Will había tenido que dejar su encantadora rutina para tomar el maletín y andar pro una seria lista de gente conocida… y que también desconocía, con un sólo objetivo: Encontrar patrocinio. Por más de una vez en el mes quiso tirar la toalla y correr a tierras altas, pero en su lugar sólo escuchaba la voz de su mentor picándole el orgullo o jugando con su ternura para sacarlo de esos ataques de histeria que solía sufrir cuando era retado por los empresarios a los cuales pedía apoyo.


-¡Paul! –gritó William cuando entró a la oficina y encontró su pobre escritorio lleno de papeles, carpetas, y demás libretas medio abiertas.


¡Eso era como destripar su pobre esperanza de sentarse por 15 minutos en un relativo orden! Pero al escuchar sólo una risa en el interior de la parte de la oficina de su jefe, se sintió casi enfurecido por su poco tacto. Aunque… si lo pensaba detenidamente: Él seguía siendo el único responsable de su condición actual… sólo porque había abierto demasiado la boca.


-¡Paul! –repitió abriendo las puertas corredizas de par en par- ¡Qué dia… -se atragantó de repente al notar que el dueño de su malestar no estaba solo.

-¡Vaya! ¡Has vuelto! –soltó el mayor con una sonrisa de lado- William… creo que ya conoces a mi sobrina Penélope ¿verdad?

-Sí… -respondió sintiendo que el calor poseía sus mejillas tan rápido que casi se vaporizaba

-Lo siento –soltó la muchacha que se levantaba del sofá dejando la taza de…¿chocolate? En la mesita de centro- Will… hace tanto

-Tanto tiempo –completó el muchacho con una discreta sonrisa


¿Porqué debía pasar la vergüenza de una vida delante de Penélope Dodgson? Aunque… todos cariñosamente la llamaban Penny, para él siempre era Penélope… cosas que su padre le había casi incrustado en la cabeza cuando los habían presentado de niños… hace mucho tiempo.

Penny, era tal vez el concepto de mujer moderna: Llena de vitalidad, fortaleza, y la sensación de fiereza en la mirada; toda una intelectual, pronto graduada de la universidad y durante un tiempo habían sido compañeros en esa ofician. Era igualmente una chica hermosa: De melena castaña y las puntas de los marcados rulos se volvía casi rubia; piel blanca como la de Paul y la iris azul como las de su madre… bueno… tenía muchas cualidades físicas que hacía que William dudara desde que tenía memoria de sus gustos.


-…después de estar en casa, decidí venir un rato ¡los viajes son tan aburridos ahora! Mi padre insiste viajar en avión ¡pero es imposible leer algo allá arriba! –Fue quizás lo único que William captó de lo que le narraba Penélope, era… difícil concentrarse cuando ella lo miraba

-Querida –la llamó su tío casi a punto de descoyuntarse

-¿Sí? –preguntó la muchacha volteando al mismo tiempo que Will reaccionaba del hipnosis que tenía.

-Leon adora todo lo nuevo… incluyendo a William –Acotó Paul riéndose de la cara del susodicho que del rojo pasaba al pálido

-¡Cierto! ¡Papá me contó! –exclamó la ojiazul para mirar a su compañero- No tengas miedo, Will –sonrió, dándole unos golpecitos en el saquillo- Por más duros que los veas, ninguno de esos viejos empresarios, muerde… -murmuró casi solo para ellos


Penny volteo con una expresión de total pesar cuando escuchó el sonido del reloj marcando las cinco de la tarde, ¿alguna cita pendiente quizás? Aunque para el muchacho no significaba absolutamente nada más que una charla no completada… o quizás no sería así, cuando sintió la mano de la menor apretando su brazo.


-Ya me voy, tío –soltó la muchacha tan alegre como siempre- Me llevo a Will para que me acompañe a la salida, ¿irás a cenar mañana?

-Es muy probable, querida –respondió Paul tan divertido con la escena que no se entrometió a pesar de que su aprendiz estaba tan entorpecido que quizás podía chocar contra algo.


Paul no podía evitar pensar que William estaba lleno de una ingenuidad impropia de su talento, aun seguía pareciendo un niño cuando era puesto en situaciones tan improvisadas, pero ¿podía imaginar que eso era parte de su encanto? Qué esa mirada perdida y casi suplicante que solía ponerle cuando no comprendía algo era por las miles de razones que se había sentido tan atraído por él que no le había importado transgredir la promesa que había hecho a Evan Rodmell de cuidar a su hijo menor, ya qué, debía ser sincero: Evan Jr. Rodmell era mucho más competente con la vida competitiva que su hermano.


---


-¡Will! ¿Qué piensas hacer ahora que eres un importante agente de nuestra empresa??- preguntó Penélope engrosando un poco la voz seguramente intentando imitar a su padre.

-… llorar… -soltó Will con una sonrisa de lado cuando entró al ascensor con la chica

-¡¡William!! –reclamó la muchacha- ¡No seas tonto! ¡Hablo en serio!

-¡Es en serio! –dijo Will riéndose- De verdad… -se recargó contra la pared- He pasado todo un mes volviéndome loco… de 20 personas que he visitado sólo he conseguido el apoyo de 5 ¿sabes cuánto es eso?... nada –la miró

-… más bien, casi nada –respondió Penny- Mi padre no creyó que juntarás a uno solo –sonrió mirándole de reojo

-Eso no es nada reconfortante, Penélope –acotó metiendo las manos en los bolsillos

-¡Sí lo es! ¡Ni siquiera debería decirte por lo que vine! –soltó herida

-¿Qué? –soltó por inercia- ¡Penélope! ¡Dime! –pidió acercándose a ella

-¡No! ¡No te lo mereces!... te la has pasado quejándote, ¡no quiero gente así en mi empresa!

-¡Tu empresa! ¡No sueñes tanto! –rió- ¡Aun no es tuya! –exclamó Will

-¡Ah!... ahora menos te digo

-Dime –pidió abrazándole de la cintura, haciéndo reír a la chica hasta que le metió un codazo

-Deberías viajar a Francia, a Paris para ser más exacta –volteo con su amigo de la infancia que se frotaba el costado- Y busca a Aurélie Dodgson, seguro que la encuentras

-Pero… -dijo Will viéndose interrumpido por un dedo que cubrió sus labios

-Nada… sólo hazlo… Mi tío tiene una fe sobrehumana en ti, William –le miró a los ojos para volver a dar golpecitos sobre su pecho cuando se abrió el ascensor- Nos veremos después, Will –se despidió sencilla saliendo sin voltear atrás.


¿Alguna vez se imaginó un aliado tan poderoso?... aunque también podía decir que era mejor tener a los enemigos aun más cerca que los amigos, porque sabía que Penélope podía obstruirle el paso si quería.

De regreso en la oficina, soltó un largo suspiro al notar que el escritorio seguía tan abarrotado como hace 15 minutos que había entrado. Siguió hasta la parte de Paul que firmaba unas cosas tan centrado que parecía no le había notado de vuelta… por él, estaba bien. Podía notar con detalle esa expresión centrada y “petulante” que tenía cuando leía o trabajaba. A pesar de que Leon tenía todo el tipo de un Casanova… Paul era una adecuada mezcla de unos rasgos varoniles y de edad madura, casi… como una de esas estatuas griegas de proporciones perfectas.


-Te recomiendo que no le des tantas ilusiones –dijo Paul sin quitar los ojos del papel

-¿Ilusiones? –preguntó Will caminando hacía él

-Sí, ilusiones –miró al menor- Penny es joven, y se encariña con facilidad de quien sea afectuosa con ella… me atrevo a decir que totalmente contraría a su hermano–rió

-¿Crees que le doy alas? –preguntó Will cruzándose de brazos

-Un poco –se sinceró- Ella vino aquí tan emocionada que de verdad me lo pareció –suspiró- ¿O te gusta Penny?


Debía ser claro… Paul nunca se había caracterizado por darle vuelta a los asuntos… además… al final era su sobrina, no quería que un muchacho, que no sabía bien que era lo que buscaba, la hiriera. Era viejo, y nada tonto; por otro lado… Will se sintió abrumado por la pregunta “¿amaba a Penny?” … ¡porque sí le gustaba! ¡Su actitud! ¡su cuerpo!... pero… por Penny sólo surgía la complicidad, la camarería casi de hermanos… pero más que le gustara… no le deseaba, tampoco le encantaba; solían discutir por cosas casi tontas y era como ver a Leon y Paul el día anterior… eso no era el amor del cual sabía Paul se refería.


-Eres libre de escoger lo que crees adecuado para ti, Will –dijo Paul- Esto –hizo un leve gesto con la mano refiriéndose a ellos- Tal vez yo lo juzgo mal, creyendo que es lo indicado

-… pero al final yo lo elegí –murmuró el castaño- Puedo decir que está mal, pero no es incorrecto ¿verdad? –levantó la mirada hasta que sus ojos cafés chocaron con los verdes de Paul, arrebatándole un suspiro

-No, no lo es –se levantó para caminar hacía el muchacho, enredando sus dedos en el cabello de la nuca del otro- Pero eres libre de amar a quien desees… eres más de lo que te imaginas, William

-¿Por qué siempre dices eso? –rió dándole un empujón en juego

-Porque los eres, niño tonto –soltó empujándole contra el sillón, quedando sobre de Will, sonriéndole con esa sensualidad varonil y consumada que hacía que el menor se quedara totalmente extasiado con sólo observarle- No lo dudes, pero tampoco te sobrevalores o será tu ruina, William

-¿Consejos de un anciano? –murmuró Will riéndose de la expresión de apretar los dientes de Paul para no contestarle

-He llegado… a creer que tienes cierto complejo de Edipo –levantó una ceja deslizando las manos por la cintura del otro, suave, casi imperceptible

-… no lo creo –respondió pasando un brazo por el cuello del mayor- Mi padre te llevaba 10 años… es demasiada diferencia...


La voz de Will sea volvía cada vez más débil cuando notaba como la distancia entre su rostro y el de su mentor se reducía a unos endemoniados milímetros que desaparecieron con sólo levantar un poco la cabeza. Aunque desde que tenía memoria odiaba el olor del cigarrillo se había acostumbrado absurdamente a la mezcla que tenía Paul… algo así como tabaco y chocolate, ya que su amante, a diferencia suya, disfrutaba de aquella golosina casi como un niño. Las manos del ojiverde ya estaban acariciando su espalda por debajo de la camisa; manos tan fuertes y bien diseñadas existían para delinear cada músculo y hasta las vertebras que llegaban a marcársele en cada contorsión por intentar escapar.


-…Pa…paul… aquí no… -murmuró torpemente mientras sujetaba al otro con fuerza del brazo.

-¿Eh?... ¡piensas detenerme ahora! –soltó casi como un capricho

-¡La puerta, hombre! –renegó William mirando al mayor casi con reproche

-Ah… sólo porque eres tú! ¿acaso no disfruta la emoción de ser descubiertos? –preguntó con un claro tono de broma pero como siempre se ganó un suave golpe en la mandíbula

-¡No! –recibió como respuesta de un muchacho que se acomodaba la camisa

-¡sólo considéralo! –Rió aun tirado en el sofá- … no pienso moverme de aquí

-Entonces… supongo, que te quedarás a dormir aquí –sonrió levantando la cabeza tan orgulloso al mostrar el llavero de los pisos de Paul

-¡¿Cómo….?! –jadeo mirando su llavero y buscándolo en sus bolsillos

-¿No dijiste que era más de lo que imaginaba? –se giró para tomar camino al elevador


Su vida dejaba de ser rutinaria de un modo complicado de explicar… era soltar para recibir, y aun más decir que estaba feliz con lo que tenía, aunque expandiendo su propia reputación debía ser mucho mejor ¿no?. Pronto se vio acompañado de Paul que le quitó el llavero de las manos.


-Mocoso engreído –farfulló

-Ah… creí que te quedarías en el sillón –comentó fingiendo sorpresa

-A ti te voy a dejar tirado en el sillón toda la semana por esta –le retó sacándole la lengua arrancándole una carcajada al castaño- ¡Ahora te ríes! –sonrió fingiéndose ofendido- Eso me pasa por buscar a un mocoso como tú de amante.

-Te aburrirías con otro tipo como tú –soltó con los ojos entrecerrados

-¡¡Buen punto!! –rió- Anda ya, que si no te echas para atrás


Justamente como un hombre de negocios, Paul había entregado su vida completa al negocio, y aun de joven había creído que no tenía porque vivir lejos de su amado oficio; decidiendo vivir en los dos últimos pisos del edificio: Unos lujosos departamentos -no se le podía decir de otra manera- Completamente amplios, pero antes de que Will echara una mirada periférica por el lugar ya estaba entre los brazos del aquel hombre y él mismo abrazado de su cuello; deslizando sus labios con premura por todo su rostro. Necesitaba de ese contacto: fuerte… dominante. La embriagante loción a cada caricia, y los labios del otro bajando por su cuello hasta desarmarle por completo.

Podía asegurar que había dado unos pasos… quizás miles sin darse cuenta, pero ahora estaba atrapado sin ningún remedio sobre la cama de Paul, sintiéndole presionar entre sus piernas, dejándole que se ahogara en sus propias ganas de acelerar el proceso. William podía ser un hombre calculador y hasta metódico, pero enjaulado en los brazos de Paul se volvía impetuoso, desesperado por seguir…


-… ahora si no quieres que pare ¿verdad, Will? –murmuró a su oído a la vez que sujetaba las muñecas del muchacho al notar que sus manos ya iban a quitarle la ropa

-... no seas injusto… -soltó levantando la mirada al techo

-Nada de eso, tú me hiciste esperar…


Al intentar reclamar se atragantó con la sensación de ser soltado, mas pudo verse agobiado al escuchar su zipper bajar, y el de Paul también. Bajó su mano a ambos miembros que anticipadamente el mayor había juntado, frotando entre ellos y hasta con su pulgar. Algo que podía parecer tan simple era aun más placentero de lo cual otro pudieran imaginar; la fiebre que recorría su cuerpo sin prisas, sin ser agobiante… con calma, mezclado con los besos que jugaban con sus labios, mordidas, aun succiones que buscaban meter en su lugar al que intentara pasarse de listo, siempre una ridícula competencia de poder que le hacía perder cuando su miembro empezaba a doler apretujado entre su cuerpo y el de pareja.


-…ya… anda… -pidió tomándole de la camisa y atraerle contra él

-Me provocas ternura ¿sabías?

-…¿ternura?... –soltó Will casi molesto

-Sí, ternura… podría morir si alguien viera tus ojos como los veo yo…

-No empieces con eso –sonrió de lado, al poder soltar su otra mano del agarre del pelinegro, llevando sus manos hasta la camisa negra, desabrochándole sin prisas


Nunca discutía demasiado cuando estaban entrelazados por el deseo, cuando tenían la suficiente intimidad para abrazarse con unas sonrisas sinceras y sin nada más en la cabeza que morir lentamente entre sus cuerpos. Al final toda la ropa la habían echado fuera de la cama; cara a cara con el aliento entremezclado, y bebiendo de sus bocas para saciar la sed que se formulaba a cada movimiento de caderas. La espalda de Will se arqueo en cuando un par de dedos fueron a dar sobre su entrada y se introducían con premura dentro del recto… al principio bien apretado, casi molesto para provocarle un gruñido, pero en medio de los besos que masajeaban sus labios, que bajaban por el cuello hasta su clavícula y de ahí a su pecho: Nunca, de los nunca Paul Dodgson sería capaz de dejar un marca en su cuerpo, en ninguno que haya sido su amante… porque simplemente era demasiado vulgar para un hombre como él.

Algo que no podía negar Paul, es que era una visión erótica la forma en que William se movía contra la cama mientras murmuraba a su oído palaras que solamente ellos podían escuchar, aun más como desaparecían las normativas y reglas mientras que lo sostenía entre sus brazo, aun ahora que se acomodaba entre sus piernas con una erección bien sostenida que fue metiendo dentro en suaves empujones: Nunca le daba todo de una vez, porque era como atragantarlo sin disfrutar, se podía ser intenso… pero era mejor esperar, dar a gotas para recibir lo más delicioso… y para él… era ver a Will rendido, dejarse amar, domado mientras movía su cadera para empalarse por sí mismo cada vez con más fuerza y frenesí contra la hombría que le hacía jadear y a él buscar los labios del muchacho… tan embriagantes, tan perfectos.

Los brazos del menor se sujetaron con fuerza de la espalda de Paul, quería sujetarse de algo, pero sin perder contacto de aquella piel que lo embriagaba y mantenía en un constante estado de excitación, nunca había subidas y bajadas… siempre empujando dentro de él, frotando donde se sentía mejor y le hacía olvidar la incomodidad de tener un órgano de buenas proporciones dentro, aun como una de las fuertes manos presionaba de forma continua sus testículos, la base del pene y hasta llegaba a masturbarle cuando le sentía demasiado lejano del mundo real. Sabía cuando estaba por terminar cuando pegaba la frente a la suya, y las embestidas llegaban hasta dolerle… maldito fuera este hombre que le había enseñado el placer entremezclado con el dolor y la culpa.


-… ah….a….mpm… -Will no podía decir nada mientras luchaba por no acabar antes a pesar de que la presión en todo su miembro era aun más molesta que placentera

-…ah…¿q.que?... quieres que te ordeñe con más fuerza…? –soltó el mayor atorado con su propia saliva


Tiró suavemente del vello en los genitales del menor, haciéndole brincar levemente entre una risa mal compuesta de su parte a la vez que sentía la tensión dentro del recto que le declaraba que se había corrido al final, siempre a chorritos que dejaban pegajosos ambos vientres ¿eso era hacer trampa?... bueno, daba igual, la verdad con sólo sentir el semen caliente en su mano y aquel apretón en los esfínteres del otro no pudo aguantar un segundo más, pero no le dejó ir, siguió sosteniéndole de la cintura para que no intentara escapar.


-… ah, no lo hagas así! –se quejó el castaño cubriendo con su antebrazo la cara.

-… vamos… que tiene de malo ponerme otra vez duro dentro de ti –rió mordiéndole el cuello sin marcarle

-Sabes cuál es el problema –le sujetó del cabello de la nuca apretando los dientes.

-¿Te pone más?

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Soy un marciano que llegó a la tierra después que su nave se le descompuso los amortiguadores, me quede sin Té y no encontraba un baño decente en las estaciones espaciales Ò_Ó. Me la paso haciéndome el loco xD, escuchando música, leyendo, escribiendo, platicando y dibujando cuando no estoy haciendo todo lo demás. ¡Échenle una revisadita al blog antes de cerrar la pestaña de esta ventana por haber leído mis alucinaciones del día! XD
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